martes, agosto 26, 2014

Educación, Tecnología y Competitividad

Los avances de la ciencia y la tecnología demandan que los sistemas educativos y sus actores se pongan a la vanguardia y vayan a la par con las exigencias globales.

El auge del internet, las herramientas Web 2.0 y todas las tecnologías de la información y la comunicación que han surgido en las dos últimas décadas han desencadenado cambios a todo nivel y en todos los sistemas a nivel mundial.

En Estados Unidos, por ejemplo, el sistema educativo ha sufrido cambios drásticos en toda su estructura, para llegar a lo que hoy ellos llaman la educación del siglo XXI. Estos cambios son, entre otros, inversiones millonarias en la infraestructura física y tecnológica de las escuelas y los distritos escolares; capacitación de los maestros para hacerlos competentes en el uso de herramientas tecnológicas y en la instrucción basada en tecnologías de la información y la comunicación; cambios en la estructura de los currículos, los modelos educativos, las estrategias y metodologías pedagógicas, el sistema de evaluación y promoción de los estudiantes; creación de redes del conocimiento que van más allá de las paredes de la escuela y de los límites geográficos. El internet y los avances tecnológicos han provocado una revolución educativa que va tan rápido que asimilarlo no ha sido tarea fácil.
                                                            
Por otro lado, los adultos nos hemos visto involucrados en unos cambios que apenas podemos asimilar. Nuestros hijos, sobrinos, nietos son parte de una nueva generación que intentamos discernir y a la que tenemos que adecuarnos. Somos nosotros los adultos los que debemos aprender y acostumbrarnos a usar un sinnúmero de artefactos que para las nuevas generaciones son un juego de niños, pero que para nosotros requieren cursos intensivos para medianamente comprenderlos.
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http://www.campaignasia.com/BlogEntry/333092,Digital+Natives+%E2%80%94+the+dominant+demographic.aspx

Estos jovencitos son parte de una nueva generación que Mark Prensky (2001) llama “ciudadanos digitales”. Ellos, de acuerdo con el autor, al graduarse de la universidad han gastado menos de 5000 horas de sus vidas leyendo, pero alrededor de 10,000 horas jugando videojuegos (sin mencionar 20,000 horas viendo televisión). Los juegos de computador, el e-mail, el internet, los teléfonos celulares y la mensajería instantánea son partes integrales de sus vidas.

Nosotros los adultos, a quienes el autor llama “inmigrantes digitales”, en algún punto de nuestras vidas nos hemos fascinado (por necesidad o por gusto) con el uso de estas tecnologías y las hemos adoptado en nuestras vidas. Nosotros no vivimos nuestros procesos de socialización de la misma manera que los jóvenes de hoy lo hacen. Ellos simplemente son muy diferentes a nosotros y el camino que debemos recorrer para comprenderlos y adecuarnos a ellos es largo y poco sencillo.

Los inmigrantes digitales nos hemos convertido en instructores arcaicos, que hablamos un idioma desactualizado (el idioma de la era pre-digital), tratando de llevar nuestros saberes a una población estudiantil que habla, piensa y aprende diferente a nosotros. Ellos hablan un idioma diferente, ellos manejan la información de una manera distinta a la nuestra. Nuestros estudiantes reciben enormes cantidades de información en una forma muy rápida, desarrollan muchas tareas al mismo tiempo (leen, escuchan música, miran el e-mail, envían mensajes de texto por el celular, ven televisión, etc.); prefieren gráficos a textos, disfrutan más el juego que el trabajo “serio”. Incluso, nuestros estudiantes padecen ahora trastornos de los que hace algunas décadas jamás hubiéramos escuchado, como el déficit de atención e hiperactividad.

¿Estamos los maestros preparados para ofrecer a los estudiantes la educación que ellos necesitan, usando las herramientas que para ellos son familiares y significativas? Más aún: ¿estamos preparados para entenderlos y ofrecerles el apoyo necesario dentro de su proceso de formación? No basta con dotar las aulas de clase con toda suerte de aparatos y artefactos electrónicos si los maestros no sabemos cómo usarlos, cómo adecuarlos a un nuevo currículo y no conocemos las nuevas características de la población a la que nos enfrentamos.

Las aulas de clase del siglo XXI ya son una realidad, ya están siendo utilizadas por una cantidad de maestros inmigrantes digitales que han adquirido una ciudadanía digital. Estamos en una carrera contra el tiempo para convertir nuestros sistemas educativos a las nuevas tendencias mundiales y a las nuevas necesidades, intereses y expectativas de los ciudadanos digitales.

Surge entonces una necesidad apremiante: formar maestros que puedan liderar el nuevo currículo, guiar a las nuevas generaciones de estudiantes y ofrecerles las herramientas que sean para ellos significativas dentro de su proceso de aprendizaje.

Mi país, Colombia, está apenas entrando en la era digital, tratando de incorporar nuevas tecnologías en la educación. Nuestros estudiantes, por otro lado, desde hace mucho tiempo atrás conocen de sobra estas tecnologías pero comprenden que sus escuelas están apenas dando sus primeros pasos en el camino de incorporarlas a sus currículos.

Los maestros colombianos necesitamos prepararnos en la implementación y el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el ámbito educativo para hacer nuestro sistema educativo competitivo a nivel regional y mundial.

El ministerio de educación de Colombia está haciendo esfuerzos ingentes para mejorar la calidad de la educación del país, a través del mejoramiento de la infraestructura física de las escuelas, apoyo a la población estudiantil para reducir las tasas de deserción escolar, programas de profesionalización y capacitación de los docentes, etc. Sin embargo, la economía y las finanzas del país no parecen ser suficientes para cubrir tantos frentes que necesitan atención.



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